En la clínica de pequeños animales los veterinarios estamos acostumbrados al manejo del dolor crónico en casos de osteoartritis en perros. Sabemos detectarlos y tratarlos correctamente, pero ¿ocurre lo mismo en los gatos?
La prevalencia de lesiones radiográficas compatibles con osteoartritis crónica en gatos es de entre el 61 y el 93 %, y de estos, un 40 % tiene dolor1. En gatos geriátricos la prevalencia llega hasta el 90 % de la población estudiada2. El aumento de la esperanza de vida en los gatos domésticos ha contribuido a aumentar la presencia de esta patología, que además de afectar la calidad de vida del paciente, también deteriora el vínculo con la persona a cargo del mismo3.
La etiología de la osteoartritis crónica en gatos es inflamatoria e inmunomediada4, y una de sus consecuencias principales es el dolor crónico. Es un dolor complejo que puede tener un componente inflamatorio, neuropático y/o funcional3, y en su instauración hay muchos factores involucrados: cambios patológicos en la articulación, cambios neuroplásticos, factores generales como la obesidad, los problemas metabólicos y fisiológicos y los factores ambientales3. También parece que las gatas castradas tienen más posibilidades de sufrir osteoartritis crónica, probabilidad que crece con la edad4.
El resultado es una mascota menos activa, con problemas cinéticos (paso anormal y cojera), con dificultades para realizar sus rutinas diarias y con cambios en su comportamiento y acicalamiento3.
Por lo tanto, la valoración de la existencia de dolor crónico debería ser una parte fundamental en la evaluación de los gatos, sobre todo geriátricos3. Pero la utilización de analgésicos en gatos es bajo comparado con el uso en perros. Esta situación se puede explicar por la falta de conocimiento y de uso de las herramientas apropiadas para reconocer el dolor en nuestros pacientes felinos3. (2).
Detección desde casa
Con el objetivo de mejorar la detección del dolor, se debe involucrar al propietario en su diagnóstico, ya que los gatos pueden mostrar signos sutiles de dolor, cambios que únicamente se pueden detectar en casa. Además, la implicación del propietario ayuda a mejorar su vínculo con el gato3.
Para que el propietario pueda medir de forma cuantificable los signos asociados al dolor, se han creado diferentes escalas para identificar comportamientos clave que indican dolor3. Algunos ejemplos son el OBW (Owner behaviour watch), el FMPI (Feline Musculoskeletal pain index), el ZQB (Zamprogno Question Bank) o el FPFF (Feline Physical Function Formula. Todas ellas han demostrado ser eficaces5. Se trata de ofrecer al propietario cuestiones simples que permitan detectar cambios indicativos de dolor4.
Los resultados de estos cuestionarios se deben combinar con los hallazgos clínicos y un estudio radiográfico. Aunque a veces los hallazgos clínicos no se corresponden con los cambios radiográficos3, la realización de varias radiografías ortogonales sigue siendo un buen método para el diagnóstico y evaluación de las osteoartritis crónica4.
Instaurar un tratamiento también es un reto
El dolor crónico puede presentar cuadros de hiperalgesia central y alodinia2. Esta última se da en un 30 % de los casos3. Muchas veces los pacientes tienen respuestas diferentes a un mismo tratamiento3. Por ello, es necesaria una analgesia multimodal.
Los fármacos más utilizados son los AINE (Antiinflamatorios no esteroideos)6. Algunos, como el robenacoxib, han demostrado su eficacia en tratamientos de entre 3 y 6 semanas en gatos con osteoartritis crónica7. A pesar de su eficacia, los AINE tienen efectos adversos gastrointestinales, renales y hepáticos6. Pueden suponer un problema en pacientes que presentan comorbilidades2. Además, el dolor crónico también se genera por vías que no responden a la inhibición de la ciclooxigenasa8.
La necesidad de actuar sobre otros mecanismos de generación del dolor, ha llevado a usar fármacos como el tramadol o la gabapentina.
El tramadol modula la producción de citoquinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa2. En el gato, el tramadol muestra una buena biodisponibilidad y una vida media larga2. A la dosis de 2 mg/Kg cada 12 h, los pacientes presentaban un aumento de la actividad y la calidad de vida2. Se observaron efectos secundarios como sedación, disforia o disociación. A dosis altas también diarrea e inapetencia. Es necesario modular la dosis individualmente2. Su uso no debe ser tópico, ya que no ha demostrado ser eficaz8.
La gabapentina también se muestra eficaz, controlando el dolor de origen neuropático. Aun así, muchos propietarios percibieron una bajada en la actividad general del gato y un empeoramiento de su calidad de vida9. Se recomienda su uso empezando el tratamiento a dosis bajas9.
Como alternativa, el uso de nutracéuticos y suplementos, como los ácidos grasos omega 3 o el cannabidiol ha demostrado eficacia, no así los suplementos de condroitín sulfato y glucosamina, que fueron ineficaces y no se recomiendan para este tipo de patología en gatos6.
La novedad más destacada
Quizás la novedad más destacada en el tratamiento de la osteoartritis crónica en el gato sea el frunevetmab, comercializado bajo el nombre de Solensia. Se trata de un inhibidor fenilizado del factor de crecimiento nervioso, molécula que interviene de forma decisiva en la sensibilización de los nociceptores involucrados en el dolor1. Los pacientes tratados con frunevetmab mostraron una mejoría de los signos asociados al dolor entre los 28 y los 56 días después del tratamiento1. La mejoría iguala e incluso mejora la conseguida con el uso de los AINE10. El tratamiento es bien tolerado por los pacientes, siendo la mayoría de efectos adversos leves, sobre todo signos gastrointestinales y cutáneos11. Un 2,3 % de los gatos desarrollan inmunogenicidad al tratamiento, pero sin tener un gran impacto en su salud ni en la eficacia del tratamiento12.
Por lo tanto, la osteoartritis en gato es una patología compleja que cursa con dolor crónico y que requiere una terapia multimodal para su control. Compuestos como el frunevetmab se muestran eficaces y seguros y representan una nueva y útil herramienta para mejorar el dolor y la calidad de vida de los pacientes felinos.
Referencias bibliográficas
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